L’Horta, la huerta que rodea Valencia, sobre todo la que se ubica al norte de la ciudad y en menor medida la que pervive al oeste y al sur, donde la huella de la industrialización es más profunda, son hoy los intersticios que quedan entre las autovías, las líneas de ferrocarril y del transporte metropolitano, además de otras infraestructuras y de la malla de pequeños caminos y acequias que la atraviesan. Aún así, la Huerta de Valencia, tiene escrito el geógrafo Joan Romero, es uno de los paisajes culturales más importante del Mediterráneo, a pesar de haber perdido gran parte de su superficie y de que sus rescoldos siguen sometidos a presiones de toda clase. De lo que fue aquel paisaje habla En el fons, la terra. Un ejercicio de memoria realizado por Joan Dolç, nacido en 1956 en una alquería cercana al barranco de Carraixet, que ha editado la Institució Alfons el Magnànim. El libro, cuyo subtítulo es “L’Horta en la memòria”, inaugura una nueva colección de libros, dirigida por Francesc Pérez Moragón, que lleva por título “País”, nacida para ofrecer una visión poliédrica de la realidad más cercana, pero con una perspectiva universal.